Sello Discográfico: Ninguno
Fecha de Liberación: 19/Noviembre/2004
Estilo: Melodic Black Metal
Tracklist:- Amanecer Gris
- Crepúsculo
- Cruz Caída
- Discordia
- El Llamado De La Muerte
- Hipocresía
- Luna
- Mefistófeles
- Noches De Tragedia
- Reina Oscura
- Repudio
- Sueño Frustrado
- Torturado
Hace tiempo ya que el black metal abandonó tierras gélidas para responsabilizarse y asumir su papel como música, o sea, adoptar su universalidad. Lejos han quedado el pánico e incertidumbre desatada por el
Inner Circle y las iglesias cremadas hasta las cenizas en Noruega. Hoy por hoy, el panorama mundial resulta lo suficientemente amplio como para la formalización del estilo, es así como esta curiosa aleación de metal arriba a México. El black metal nuevamente deja de ser exclusividad de Escandinavia. Nuevamente, digo, porque años atrás otros países ya habían ganado prestigio con sus contribuciones al estilo. El interés mexicano por el Black Metal se ha propagado por toda la republica silenciosamente, con un silencio casi clandestino, hasta llegar al árido estado de Sonora, uno de los vástagos de esta migración fue Eris.
A nivel local, Eris fue un grupo como pocos, tocando una variante de black metal similar a la de
Sigh; incorporando teclado y efectos a riffs que, si bien lucen por su pulcritud, no pierden esa agudeza original del estilo, alternando ocasionalmente con figuras rítmicas similares a las del doom, thrash y el metal gótico. Aún cuando en
Discordia encontramos una presencia notable de todos los instrumentos, una batería frenética, muy bien trabajada, es la que destaca de entre todos ellos. La calidad de grabación es decente si se considera la independencia de Eris con respecto a un sello discográfico.
Es una auténtica lástima que Eris no haya trascendido de un demo, indiscutiblemente merecía ser producida, ya que sus músicos tenían un potencial de composición que bien podría haberlos sacado a flote a nivel nacional. Con todo ello, Eris logró construir una obra significativa dentro del black metal hermosillense. Larga vida, pues, a la discordia...